Una jornada, cuanto menos, interesante, en la que hemos contado con la presencia de tres de los “peces gordos” de la facultad de Psicología de la Universidad Complutense, de los que tantas veces hemos escuchodao hablar, sebretodo las que somos estudiantes de Psicología.
Hemos empezado la mañana a cargo del profesor Moya, observando las diferencias entre el cerebro de hombres y mujeres. Y sí, en efecto, también hemos escuchado una explicación biológica a la común pregunta de “¿Por qué los hombres son tan simples?”. Por un lado, ellos utilizan casi exclusivamente el hemisferio izquierdo de su cerebro, mientras que, como era de esperar, las mujeres utilizamos ambos casi por igual.
Por otro lado, en el cerebro, podemos diferenciar entre la sustancia blanca y la sustancia gris, esta última está íntimamente relacionada con el procesamiento de la información y más desarrollada en el cerebro femenino, lo cual explicaría que un hombre se centre en una única solución ante un problema, mientras que una mujer recopila una cantidad enorme de variables, de posibles soluciones, de alternativas… dicho de otra forma, que mientras nosotras le damos mil vueltas a todo, ellos, en la mayoría de los casos, pasan. Una explicación fisiológica del típicamente masculino “no me rayes”.
Antes de comer, hemos continuado con otra charla, esta vez sobre Impulso sexual, amor y desarrollo afectivo-emocional con el profesor Garrido. Aunque el “boom” de la jornada ha venido después de la comida, de la mano de “El profesor del amor”, García-Vega, que nos ha hablado sobre las fases del enamoramiento, utilizando como metáfora las estaciones del año. La primavera; la pasión, el verano; el amor, el otoño; el declive y el invierno; el final, haciendo hincapié en que aunque la pasión es aquello que nos llena de ilusión y nos hace sentir enamorados, el amor no es sólo
primavera, y no por acabar esta estación acaba el año, después viene el verano, lo importante es saber pasar adecuadamente de una estación a otra. Según nos ha contado, la clave para ello está en conocer “el lenguaje del amor de tu pareja”.
Sin dejar atrás el cariño, el afecto, la compenetración y el amor, ha comenzado la sesión de sexo (teórica claramente) y el profesor ha contestado a las dudas de las colegialas con un toque de humor. Resultaba curioso como un hombrecito a punto de jubilarse, con su frondosa barba blanca y unos cuantos años encima, utilizaba sin ningún tipo de pudor y desde la profesionalidad términos como “polvo”, “trincar” y “mamada” entre otros.
Realmente, una jornada productiva, de la que todos nos llevamos algo para nuestro desarrollo personal. Y recordad, la primavera está a la vuelta de la esquina…
Noelia Monterde Serrano
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