Carta a los Reyes Magos

Mientras seguía las indicaciones de veteranas y vicenuevas de cómo decorar y montar el árbol, ella pensaba en el correo que había recibido esa mañana de sus padres preguntándole qué quería para esas navidades. Cualquier cosa estará bien, había respondido, pero ahora se preguntaba que es lo que deseaba de verdad.

Dinero, fue lo primero que se le pasó por la cabeza, pero no en billetes, monedas de un euro y de cincuenta céntimos para atracar la máquina y poner la lavadora. Eso le hubiese venido genial; y también no inundar el baño cada mañana con  la ducha, que la cortinilla la respetara más, que siempre funcionara el WIFI, un armario más grande, poder repetir postre, que el desayuno durara hasta más tarde, que no existiera el efecto Serunión, que la impresora funcionara cuando más la necesitaba, no olvidarse siempre la tarjeta dentro de la habitación…

Pero lo que realmente necesitaba era más tiempo, que los días fueran más largos, podría bajar a comer con tiempo para echar un café en Javi antes de ir a la escuela, tontear por los pasillos de habitación en habitación y aún le quedaría tiempo para casinillos, barbacoas, fiestas… para dormir, para dar un paseo por Madrid e incluso para hacer la colada y estudiar…

Miró a su alrededor; era puente y casi todas las chicas se habían ido a sus casas, el colegio estaba silencioso y el antebar vacío, y entonces supo que lo que más quería en ese momento era que el colegio fuera el de siempre y que volvieran sus amigas y supo lo mucho que las iba a echar de menos durante las vacaciones. Sonrío al darse cuenta que ese año no le iba a importar que los Reyes Magos le trajeran carbón porque si el 2010 lo empezaba en Villa Séneca, el año prometía y mucho…

Primer Premio de "Relato de Navidad".   Cristina Montes Bjork