Relatos

Como cada año la Comisión de prensa convoca el Concurso de Relatos de Navidad. Tras valorar las propuestas de nuestros colegiales, en la Cena de Navidad de Diciembre 2010 las coordinadoras de prensa dieron a conocer los ganadores: Álvaro Hernando y Yaiza Montaña. Enhorabuena a los dos y aquí os dejamos los cuentos navideños ganadores.


Primer Premio. Álvaro Hernando

4 de enero, Belén. Un grupo de pastores se concentra delante del portal. Venían de manifestarse contra la subida del impuesto del tabaco aprobada por el rey Herodes. Cada uno traía su regalo. De repente, el llanto del recién nacido hizo silencio entre la multitud.

José les advirtió:

- Habéis despertado al niño. Dejad ya de hablar que mañana trabajo.

- Por cierto, José, ¿qué les habrá pasado a los Reyes? ¡Son ya las cinco de la mañana y tenían que haber llegado a las tres y media! – se quejó María

- La CNN ha dicho que Estados Unidos ha cortado la señal del GPS en Palestina, eso les habrá retrasado. – contestó José.

María agobiada salió a echar un cigarro a la calle, pues pese al frío, la ley antitabaco la obligaba. José atendía a los pastores impacientes por ver al niño. A medio pitillo, María entró en el portal asustada:

- ¡No está! ¡no está! ¡Ha desaparecido!

José, pensando en que los pastores estaban haciendo botellón con su vino, preguntó:

- ¿Qué es lo que ha desaparecido?

María contestó tartamudeando:

- ¡L-l-la es-tre-lla!

- ¿Qué estrella?

- La estrella fugaz que guiaba a los Reyes Magos, por eso todavía no han llegado.

José, algo más tranquilo, subió a una piedra y gritó:

- ¿Alguien tiene un móvil?

Ezequiel, el más veterano de los pastores, se echó la mano al zurrón:

- Toma mi blackberry, pero ten cuidao’ que es nueva.

José consultó la guía hasta encontrar cielo, marcó y en seguida, una voz angelical, con acento latinoamericano emergió del altavoz:

- Telesielo, ¿dígame?

- Soy José y necesito un ingeniero estelar.

- Ahorita mismo le paso con Gabriel, no se retire.

Le pusieron en espera. Música de fondo: un villancico. Al cabo de unos minutos, una voz grave le dijo:

- Sí, ¿quién es?

- Soy José y tenía un pedido. Los Reyes Magos tenían que venir en la madrugada del día 4 de enero a las 3:30 y ya son las 5 así que quisiera alguna explicación…

Gabriel le contestó rápidamente mirando por el telescopio:

- Perdone las molestias pero… es que… el controlador ha abandonado su puesto de trabajo.

- Algo he leído en El País. Parece mentira que a una multinacional como ustedes, les hayan metido ese gol. No me puedo creer que esto me esté afectando a mí.

Gabriel intentó dar explicaciones:

- Creemos que el parón se ha realizado por el día burlando los sistemas de seguridad nocturnos. Si lo desea puede poner una reclamación.

José colgó inmediatamente, se puso el abrigo, cogió las llaves del coche y se dirigió a los juzgados de guardia. Allí contrató un abogado, Perry Mason. Llamaron al cielo.

- Telesielo, ¿dígame?

- Soy José y necesito hablar con Dios, pero no me ponga esa pegajosa música de espera, por favor.

- José, ¿qué tal van las cosas por ahí?

- No muy bien, los Magos no llegan porque la estrella que los tenía que guiar se ha desorientado.

- No la va a encontrar ni Perry, pero subid si queréis a echar un vistazo.

Una nube se les acercó, se montaron y subieron al cielo. Una vez arriba registraron el cielo con la ayuda de un ángel. Buscaron en una negra nube de la que salía un gran resplandor. Allí estaba, a tres metros sobre el cielo. La pobre tenía fobia a la oscuridad y no se atrevía a ir sola por el firmamento. La colocaron sobre el portal y de esta forma los reyes recuperaron su camino.

Llegaron con dos días de retraso, el 6 de enero. Sin GPS, ni controladores, ni tabaco en las alforjas, pero cargados de regalos. Tantos que en la aduana casi no les dejan pasar. Año tras año, esa misma noche, millones de niños en todo el mundo reciben sus regalos, aunque claro está con GPS, controladores, tabaco… o ¿quizás no?



Segundo Premio. Yaiza Montaña
Jaly es un niño. Tiene diez años, pero nunca adivinaríais su edad. El sol ha curtido su oscura piel, y las arenas del Sahara la han transformado en papel de lija. Es lo que tiene África. Su extrema delgadez os podría dejar helados, pero no os dejéis engañar, para llegar a su edad hay que sobrevivir a cosas terribles, entre ellas el abandono de un padre, y lo que no le ha matado le ha hecho más fuerte, asique tiene la fuerza de un toro y la agilidad de una serpiente de las arenas. Si supierais mirar, podríais ver muchas cosas en él, pero supongo que no sabréis mirar. Con tus ojos no veríais nada, tal vez el cuerpo desnutrido de un ser humano que inexplicablemente se mantiene en pie. Yo te podría mostrar su fuerza, sus ganas de vivir por mucho que el mundo desde que nació parezca conspirar en su contra, su amor incondicional por los suyos, su ternura, su creatividad, porque jamás deberemos olvidar que a pesar de todo Jaly en un niño, y como a todos los niños a Jaly le encanta soñar. Puede hacerlo durante horas sin cansarse, sobre todo en las largas caminatas en busca de agua para su familia, en las que en las tardes de invierno el sol cae a plomo sobre los hombros, y la razón para dar el paso siguiente está a seis kilómetros, en su pequeña chabola, con su madre y sus tres hermanos menores. Adora a sus hermanos, y siempre que puede les cuenta sus maravillosas aventuras por los mundos imaginados.

A sus diez años es todo un hombre, va a por agua dos veces al día, y lo hace él solito. Es en estos momentos cuando Jaly, despierta su fecunda imaginación, y hoy lo ha hecho más que nunca. Tal vez sea porque hoy es el día de Navidad, o simplemente sea porque cada vez necesita más alejarse del mundo desolado y agresivo al que pertenece. Soñó con un mundo nuevo, un mundo en el que hiciese frío en invierno y calor en verano, y la gente viviese en grandes casas que tocasen el cielo. Un mundo en el que el hombre domina la luz, como el encantador de serpientes engatusa a sus bestias e increíblemente, el agua llega solo con llamarla. Un mundo en el que la gente termina por arrugarse y las personas solo se muren de viejas. Soñó que los niños no tenían que trabajar, que podían jugar. Imaginó las muñecas, los balones y pelotas, las gomas de saltar… y como un señor muy gordo vestido de rojo iba repartiéndolos haciendo feliz a todos los niños. Soñó muchas cosas, hasta terminar la larga travesía, y llegar a casa con los diez litros de agua sobre su cabeza.

Estaba muy contento, hoy podría contarles muchas historias a sus hermanos, y además sabía que su madre había matado una gallina y hoy se la comerían, esa era la principal razón por la que a Jaly le gustaba el día de Navidad. Dejó el agua y se fue a hacer sus labores en el campo y en la casa, pues toda esa responsabilidad cayó sobre sus hombros al abandonarles el padre cuando su madre tuvo que empezar a trabajar fuera, pero él lo lleva con orgullo y tesón. Después, fue a ver a sus hermanos, besó a cada uno en la frente, y comenzó a narrarles las aventuras de que había vivido ese día. Sin embargo no pudo acabar pues su hermano Jamal se metió debajo de la cama y salió con algo escondido entre sus brazos. Lo posó en el suelo dando un paso atrás para contemplar la emoción de su hermano mayor.

Si supieras ver, verías muchas cosas, pero supongo que no sabrás mirar: apenas veras dos ramas atadas con una cuerda, en forma de cruz y una bola de barro situada en el extremo superior. Hechos a mano estaban la boca y los ojos y en forma de pelo verás unas hierbas finas. Ojalá os pudiera explicar lo que vio Jaly, porque nadie nunca sería capaz de igualar aquel regalo de Navidad. No hubiera cambiado aquel juguete por nada del mundo, de hecho aún lo conserva. De hecho aún conserva las mismas ganas de soñar.