Voy a hacerte una oferta que no podrás rechazarGritarásGemirásLlorarásDejarás a tras cada sonrisa hueca(Descubrirás que son las palabras de aliento las que te hacen respirar.)
Destruirás toda armadura que te ate a la realidad.Derribarás toda muralla que te impida soñar.Romperás las cadenas que te opriman.Moverás montañas que no te dejen ver lo de detrás.Te mirarásTe tocarásTe olerásTe sentirásTe levantarásTe curarásTe salvarásTe completarás
Llorarás y reirás por haber descubierto que al fin y al cabo vives, que no moriste, que sigues.Quítate la máscara.Te devolveré todo aquello que te falta.Esta eres tú.
Fdo: La soledad.
María Diego Gordón
Tercer Premio
Cuando escuché esa frase salir de sus labios, rebobinó la cinta, llevaba toda la tarde viendo la misma escena, esa frase le había hipnotizado. Era una se esas tardes perdidas, en las que matas el tiempo tirado en la cama, envuelto en el humo de todos los cigarros que has fumado. De pronto vio la película de video en la estantería, esas letras blancas la llamaron la atención, y allí estaba, otra vez, levantándose a por ella, a paso lento.Ésta era una de las muchas veces que había sucumbido al poder de la película, sí, se sabía los diálogos de memora, si cerraba los ojos sabría reconstruir fácilmente todas las escenas, tenía el storyboard en su cabeza, pero jamás se cansaba de verla. La cinta estaba rallada y cada vez tenía menos calidad de imagen, pero por suerte el momento de la frase se mantenía intacto.Así que allí estaba, sentado en el sofá, con el cenicero a rebosar y las bolsas de patatas cubriendo toda la mesa. No estaba sentado de manera cómoda, estaba en tensión, con el cuerpo echado hacia delante y los ojos fuera de órbita, esperando escuchar:“Voy a hacerte una oferta que no podrás rechazar”. STOP.
Paloma Sánchez
Segundo Premio
Las paredes oscuras de la habitación denotaban un profundo sentimiento de tristeza y soledad. Entre el humo del tabaco y el olor a perfume caro de las mejores boutiques de París.Adela comenzaba a escribir su primera novela: “Voy a hacerte una oferta que no podrás rechazar.” Ése era su título. Una historia de amor y sentimiento, pero también de dolor, un dolor intenso y coaccionado que había impregnado la juventud de Adela. Era su autobiografía.Ella había decidido despojarse del odio hacia su padre y comenzar a contar su historia al mundo. “Para que otros aprendan”, era lo que solía contestar cuando la preguntaban el porqué de su decisión. Es un relato de autosuficiencia, de aprender a no depender de los demás hasta que te desgastan por dentro, para darte cuenta de cuándo están resquebrajando tu vida, para que busques soluciones y no te dejes engañar o influenciar. Ya no había podido contarle la historia de su vida su madre, Adela se abría a los demás. “Ahora es el momento de salvarme yo y de intentar salvar a otro que sufren o que podrán sufrir como yo lo hice; para que se den cuenta de que cando algo o alguien te causa tanto dolor que llega a impedirle respirar, hay que salir corriendo pero sobretodo, para que cuando alguien te ofrezca algo doloroso y oscuro, por mucha dependencia y euforia que cause, te convenzas de que sí la puedes rechazar.”Ésta era la introducción y el principio del camino.
Marta González Borraz.
Primer Premio
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