Fugaz aventura de la tarde del viernes 5 de marzo: esta actividad fue la segunda de la ya famosa semana del “CovaArt” de nuestro vecino de arriba (el Cova y compañía hacen cosas guays, así que deberíamos pasarnos de vez en cuando a echar un ojo!).
Con ciertas inseguridades ante la perspectiva de ser única mujer, y ajena a su mayor, ante tanto hombre junto, me colé de intrusa con preaviso entre las filas covarrubias: quise aprovechar una visita a este museo tan famoso de los actuales Madriles (la colección Thyssen, la de nuestra Tita Cervera, que esa tarde, por suerte, no se hallaba encadenada a ningún árbol de la zona, prefirió tomar el té con sus amigas).
(Me acogieron muy bien por cierto, gracias desde aquí a aquellos covas. De hecho algunos confusos y crédulos me trataron, por alguna clase de chivatazo-traición, de cuasi-guía del museo. Gracias desde aquí por la consideración, pero me pusisteis en un apuro considerable).
El quid de la cuestión (y no es crítica a nuestro vecino, sino nuestros fallos individuales que a lo grande hacen que desaprovechemos oportunidades como esa, y otras!): Irresponsable y camicace fue, bajo mi humilde opinión, esta gran excursión desde el principio, aunque no menos divertida: salimos más tarde de lo previsto y, en el punto de pasar el control de tickets para comenzar la visita, contábamos con la increíble y alentadora cifra de una hora y media para ver ¡un museo completito!. Ni más más, ni más menos: hora y media (haya magos y hadas madrinas que hagan milagros en ese tiempo en un sitio de tamañas características, pero yo no los conozco, aún).
Muchos supieron hacer resumen de museo, otros no. Lo que es seguro es que: o algunos nos quedamos con hambre, o comimos tan rápido que no logramos distinguir si aquello sabía a pan ácimo de la pintura gótica del piso de arriba, o a coca cola de algún cuadro pop de la planta baja.
Mujer en el baño. Roy Lichtenstein, 1963 Arlequín con espejo. Pablo Ruíz Picasso. 1923
El museo Thyssen, y ya que nos ponemos pues... ¡lo comentamos!, es un buen sitio para ir, aunque sabemos que da reparo pagar con eso de que es privado (pero no es caro siendo estudiante). Así como información sobre él decir que es un buen complemento a la pintura de la colección del Prado, para los que hayáis ido ya. Contiene a veces pinturas de algunos períodos o lugares de los que adolece éste (tiene cerca de mil obras expuestas en las puedes ver los principales periodos y escuelas del arte occidental desde el siglo XIII: como el Gótico, Renacimiento, Manierismo, Barroco, Rococó, Romanticismo y el arte de los siglos XIX y XX hasta llegar incluso al Pop Art). Se incluyen también algunos movimientos que no existen en las colecciones estatales, como el Impresionismo (¿habéis ido ya a la exposición que os dije?...¬¬), el Fauvismo, el Expresionismo alemán y las Vanguardias experimentales de comienzos del siglo XX. Además te llama la atención ¡la de pintura yankee que hay! (del siglo XIX, que no está muy difundida por aquí y, de hecho, única en el ámbito de los museos en Europa).
Como digo, es un museillo muy variado, y para colmo, al no ser muy grande es más acogedor y ameno de ver (sí, hablamos de un museo). Por supuesto que es agradable y no extenso para quien va allí con tiempo (bueno, pero no os confiéis, porque ésta no es una norma que vale con todos los museillos, porque para nuestro gran gozo decirte que aunque vayas al Prado con tiempo, olvídate de cualquier modo humano de ver el museo de una sentada. Morirás en el intento, de sobredosis de pintura).
Les Vessenots en Auvers, Van Gogh. 1890
Moraleja museística y aplicable a prácticamente cualquier cosa de la vida humana de un colegial:
si quieres ver un museo con tu colegio mayor más te vale salir un año y medio antes de casa, porque verás: reunir a todos en el hall (con la puntualidad y capacidad de organización que nos caracteriza), llegar hasta la parada del bus, esperar a que llegue, el trayecto por una ciudad con un tráfico tan tranquilo y desahogado como Madrid, la parsimonia al caminar (y si diluvia ,como fue el caso, mejor) y la espera para coger las entradas, serán los ingredientes mágicos, fabulosos, sensacionales y perfectos para que la actividad llamada “visita al museo Thyssen-Bornemisza” pase a llamarse “NO ver el museo Thyssen-Bornemisza", por mucho que vueles como Superman, y tengas la capacidad de percepción del Hombre Araña…
Vomitarás el museo nada más salir. Por comer sin masticar.
¡De los errores se aprende chicos!
Inma Gimena García
Hola Paula! Me gusta vuestra seleccion de cuadros del Thyssen en este blog mientras quiero precisar un aspecto tambien: Aunque Tita quizas le gusta dar la impresion que el museo Thyssen es su museo privado, la majoria de los cuadros en este museo (775) fueron comprados por el estado espanol (i.e. los contribuyentes espanoles) en 1993. Creo que la confusion surge debido al nombre que parece indicar que es el museo de la familia Thyssen. En verdad, es el museo del pueblo espanol (aparte de los 240 cuadros de Tita que ella esta negociando el alquiler o la compra por Espana en este momento). No se olvides! Saludos de Inglaterra, David.
ResponderEliminarEn serio no es un museo privado?
ResponderEliminarMe siento totalmente... fuera de lugar, ignorante!
a ver si leo algo al respecto.
Gracias por la información!
Un besazo.
Inma...*