lunes, 31 de enero de 2011

Entrevista a Ramón Lobo

Aquí os dejo un pequeño fragmento de la entrevista que tuve la oportunidad de hacerle a Ramón Lobo la semana pasada. Por si alguno no acudió a la conferencia que nos ofreció hace ya unas semanas os indico brevemente la razón por la que nos despertó tanto interés: Ramón Lobo es uno de periodistas más importantes dentro del panorama español. Destacando su faceta como reportero de guerra. En la actualidad trabaja para El País destacando su blog "Aguas internacionales. Ha cubierto conflictos y guerras en todos los continentes sobre los que ha publicado varios libros como "El héroe inexistente", "Isla África" o "Cuadernos de Kabul".


“Toda historia tiene que tener color, olor y sabor, eso significa que tú estás ahí.Si tu foto no es buena es que no está lo suficientemente cerca, ya que si vas a un conflicto y mantienes una distancia emocional total con la gente, aunque salgas a la calle nunca vas a tener la esencia del conflicto. Nuestro trabajo es tratar de convivir unos minutos el tipo de vida que ellos tienen, robarles sus emociones y transmitirlas en el reportaje”

Pregunta.- ¿Hasta qué punto considera que los medios de comunicación están condicionados por la política?

Respuesta.- Totalmente. En España es lamentable. En parte la crisis es esa, que casi toda la información política que se da es simplemente la reiteración de las declaraciones, que normalmente son vacías, no aportan nada y no deberían publicarse. Yo creo que el periodismo declarativo es un cáncer del periodismo que habría que suprimir. Tengo una broma que para ver cómo es un periódico tenemos que contar el número de corbatas que salen en sus fotos, dividirlas por el número de páginas y te saldrá el índice de aburrimiento. Yo creo que habría que suprimir por completo las declaraciones y dedicarnos mucho más a contar historias. Aquí en España por el modelo de transición que se hizo se nos ha olvidado cual es nuestro papel: nosotros no estamos al servicio de ellos, estamos al servicio de la sociedad. Y nuestro papel no es defenderles, sino atacarles. Tenemos que ser fiscales de todo esto, no que nos saluden los diputados cuando salgan del congreso. En todo este teatro que se ha convertido la política nuestro trabajo es fundamental. Como en la historia en la que un rey camina a caballo desnudo y nadie se atreve a decirle que está desnudo, hasta que un niño lo dice. Nosotros somos ese niño, nuestro trabajo consiste en decir que está desnudo

P.- ¿Qué es para usted un reportero de guerra?

R.- Un periodista. El reportero es el que sabe sacar historias donde hay gente. Puedes hacer excelentes historias tanto en tu ciudad como en Afganistán. El esquema y la técnica al fin y al cabo son las mismas. La guerra simplemente es un sitio más peligroso que Madrid, pero es un trabajo más del periodista. Es como si eres medico y te toca ejercer como cirujano. Es una parte más del periodismo. Yo nunca me he sentido cómodo con el título de reportero de guerra, prefiero la denominación de enviado especial o reportero: voy a un sitio nuevo para mí y en muy poco tiempo tengo que estar produciendo historias. Lo principal es tratar de encontrar pequeñas historias hablando con la gente, que te expliquen el contexto de un conflicto en general. Como dijo Kapucinski: “Nosotros los reporteros somos buscadores de contextos”.

P.- Cita que hay tres Formas de estar en una guerra: por libre, empotrado en uno de los ejércitos, bebiendo whisky en un hotel y zapeando por las televisiones globales buscando la realidad. ¿Con cuál se posiciona?

R.- Es mucha la gente que se queda en los hoteles bebiendo whisky y contando las cosas en función de la televisión. A mí me gusta salir a calle y no saber con que me voy a encontrar. Me encanta la sorpresa y hay un lema que tengo copiado de Collins:

“Toda historia tiene que tener color, olor y sabor” eso significa que tú estás ahí.

Si tu foto no es buena es que no está lo suficientemente cerca, ya que si vas a un conflicto y mantienes una distancia emocional total con la gente, aunque salgas a la calle nunca vas a tener la esencia del conflicto. Nuestro trabajo es tratar de convivir unos minutos el tipo de vida que ellos tienen, robarles sus emociones y transmitirlas en el reportaje.


P.- ¿Y qué opina del empotramiento?

R.- El empotramiento me parece bien siempre y cuando entendamos que sólo es un empotramiento. Al fin y al cabo ha existido siempre. Lo que ocurre es que el empotrado sólo puede contar lo que ve u oye, no puede contar toda la guerra, sólo lo que hace su unidad. Puede que el que mejor cuente la guerra sea alguien que tan siquiera esté en el conflicto, una persona con experiencia bélica que recoja los relatos de todas las agencias y corresponsales, construyendo el relato del día. El empotramiento no me parece mal: tienes acceso a una información que no tendrías si no estuvieras empotrado, pero te pierdes la otra. Un gran periódico tiene que tener en un conflicto alguien empotrado y alguien que no lo esté. Hay que jugar a las dos cosas.

 

P.- ¿Qué requisitos ha de tener una persona para ser un reportero de guerra?

R.- Un pasaporte en regla, ganas de viajar, saber escribir y que alguien te pague el viaje. Además de esto, ser una persona curiosa y humilde en el sentido de que no vas a contarle una historia, sino a escucharle la suya.

P.- ¿Y la valentía?

R.- No. Tampoco es tan peligroso. En un informativo siempre muestran los momentos más peligrosos de la guerra. Una guerra es algo más peligroso que el Congreso de los Diputados, pero también te puedes morir de aburrimiento.

Al fin y al cabo tú no eres ni una monja, ni una enferma… no vas a modificar nada, sólo vas a contar historias. Tienes que mantener una distancia emocional con las cosas, no siempre es fácil. Lo peligroso es cuando el miedo te paraliza, porque es entonces cuando te pueden matar. Superar ese miedo te genera una enorme satisfacción, aprendes mucho del control de ti mismo. Yo no tengo miedo antes de viajar, a lo que tengo miedo es a no contar bien la historia, sólo se me pasa por la cabeza que puedo morir cuando matan a compañeros míos.

 

P.- ¿Cuál es su opinión acerca de los freelance?

R.- Cada vez hay más freelance. Me parece perfecto, pero deberían de mejorar su condición laboral y económica. El freelance tiene que tener una protección legal. Además, el periodismo cada vez se está apoyado mas en ellos, y la verdad es que les pagan muy poco. Un periódico te da seguridad pero también es una cárcel. Si soy freelance no tengo un sueldo fijo pero puedo elegir el destino que yo quiera, aunque muchas veces sea complicado vender sus reportajes. Es un elemento al que hay que trabajar para proteger

P.- ¿Qué opina de la seguridad prestada a los reporteros de guerra?

R.- Se ha mejorado mucho en prestaciones antes de ir a una guerra como pueden ser chalecos antimisiles. Pero lo que no se ha trabajado nada es el regreso. Muchas veces vuelves de un conflicto y tienes un shock post traumático y nadie te pregunta cómo estás ni tienes un psicólogo a tu disposición. Aunque bueno, también puede que eso sea parte de tu trabajo y tengas que gestionártelo a ti mismo

P.- ¿Qué siente cuando se ve rodeado de tanta austeridad y pobreza?

R.- Me siento un privilegiado. Te refuerza la escala de valores: qué es importante y qué no lo es tanto. El haber nacido en este mundo, el tener derecho a una educación, a agua caliente, a tener tiempo para el ocio y la cultura. Sobre todo el tener tiempo. Las mujeres africanas tienen que caminar varias horas para conseguir agua. A mí me basta sólo con girar el grifo. Esa diferencia de horas a ellas les permite meramente sobrevivir, mientras que a mí me permite leer, ver el cine, ver a mis amigos... Son dos mundos continuamente distintos. Los reporteros somos “cruzadores de un puente”: en un lado está nuestro estilo de vida y en el otro lado la del tercero mundo. La gente que vive en este lado del mundo ignora lo que pasa al otro lado. Y mi trabajo es ir al otro lado y contar lo que pasa.

P.- ¿Cuáles son sus sensaciones tras la vuelta a la normalidad? ¿Puede dejar los problemas de la guerra o se los trae consigo a España?

R.- Hay una cosa que yo llamo “la pesada digestión” vuelves muy cansado mentalmente. Necesitas más o menos una semana de tumbarte en el sofá, no hablar con nadie y procesar eso. Yo siempre trato de positivizar todo. Echas de menos que la gente lleve una vida normal, pero también tengo una vida más rica: tengo la oportunidad tanto de vivir el conflicto como de volver a la normalidad y hacer cosas cotidianas

No suelo tener pesadilla. Lo que si me ocurre es que a veces a la vuelta tengo miedo de lo que has hecho, sin embargo cuando lo estoy haciendo no me doy cuenta de que me he arriesgado demasiado. El miedo lo sientes después. Pero yo lo tengo muy estructurado, cuando me vuelo del conflicto, vuelvo


Para más información:

http://www.ramonlobo.com/ Su blog personal "En la boca del lobo".

http://blogs.elpais.com/aguas-internacionales/ Su blog "Aguas internacionales" en El Pais dedicado a temas y conflictos internacionales.



Paula Gil Ocón

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